sábado, 31 de agosto de 2013

Identidad Cultural Llanera



Origen Étnico Del Llanero

Población: Hablar de la etnia llanera, es referirse a un sincretismo de razas donde predomina el elemento mestizo, fruto de la unión entre español e india; cruces que continuaron reproduciéndose entre mestizos o entre varones mestizos e indígenas puras, cuyos descendientes se conocen en nuestro medio como “atravesados”.

En lo correspondiente al llanero araucano, sus factores genotípicos más acentuados son los provenientes del mestizaje surgido en los llanos venezolanos y del mestizaje propio de la región andina colombiana, admitiendo a través del tiempo, pigmentos de tipo europeo (prominentemente italiano), árabe (sirio – libanés) y de tipo negroide (del litoral Atlántico Africano).

Es esta fusión de sangres, donde afianza el llanero araucano sus raíces étnicas.

HATO: El hato ha sido por antonomasia, la unidad productiva del habitante del llano, en consecuencia, llegó a constituirse en el núcleo principal de la diseminada vereda.

El hato dispensaba a los vecinos menos pudientes, trabajo fijo o temporal según el caso y también producía por encargo: sillas, aperos y algunas herramientas a los lugareños.

TRABAJO DE LLANO: El “trabajo de llano” giraba siempre en torno al hato, ya que como unidad mayor, era en sus corrales donde se encerraba el ganado perteneciente a los rodeos de todo el vecindario. Esto, con el objeto de marcar con el hierro al rojo vivo, la respectiva becerrada. Para ello, los peones entran al corral, enlazan y manean en el suelo al becerro que van a marcar con el hierro de su dueño. Para asegurarse de dicha pertenencia, observan cuidadosamente la marca que tenga la vaca madre, con la cual anda apareado el becerro. Después que lo inmovilizan, le colocan el hierro en la pierna y lo señalan en las orejas, con los cortes que el propietario acostumbra hacerles allí (elevado, horqueta, tronce y taravita). Una vez terminada la faena, se abre la puerta de la majada y se suelta el ganado, para proceder a buscar otro rodeo y traerlo al corral.

La vida en el hato es de notoria sencillez.



VIVIENDA: El llanero construye sus casas de palma y bahareque; con una amplia sala frontal, con bancas de madera o taburetes de cuero y en un rincón, el inefable tinajero. Dicha sala, por el frente y por los lados, está encerrada  por paredes bajas, o sea, lo que se denomina en el entorno “media pared”.

A continuación de la sala, siguen una o dos amplias alcobas, cortadas en el extremo por la cocina y el comedor, el cual se levanta en forma de escuadra o de “martillo”.

A la entrada del paradero siempre hay una caballeriza, o sea, una casa escueta con techo de palma y levantada en horcones. En la misma, cuelgan garabatos para que al entrar el llanero con su cabalgadura, pueda desaperarla allí, colocando la silla, el freno y demás arreos en los respectivos garabatos y travesaños dispuestos para tal fin.

VESTIDO DEL LLANERO: El vestido corriente del llanero es sencillo: pantalón hasta debajo de la rodilla, denominado “tuco”; cuando el pantalón es largo, suele enrollárselo a mitad de pierna. Usa camisa manga corta y el infaltable sombrero. Por lo general anda descalzo, y ocasionalmente, usa alpargatas de hilo negro y suela de cuero.

La mujer tradicionalmente ha usado vestido sencillo de pequeño escote y falda a la rodilla, confeccionado con telas estampadas. Se calza con zapatos cerrados, de tacón bajo, con sandalias o alpargatas de suela de cuero o de hilo; ocasionalmente, anda descalza.


MUJER LLANERA: Es la encargada de realizar y dirigir las actividades hogareñas y la de mayor influencia en  la crianza de los hijos.

Los alimentos más comunes que la mujer criolla prepara son: picadillo; pisillo de chigüire, de pescado, de carne seca; sancocho de carne fresca, de carne seca, de gallina, de pato; marrano frito con arroz seco y plátano maduro cocido; carne asada; cachicamo asado; hayacas; tamales; tungos de arroz y de mazorca; mute; arepas con queso y arepas con chicharrón.



EL LLANERO: Fuera del cuidado del ganado, el llanero se dedica al ordeño, a la quesera, al arreglo de los potreros a la siembra y limpieza del conuco y también a la caza y a la pesca.

El llanero como artesano, pica y confecciona sus propias sogas, bozales, gasas y sueltas, así como también, sus cabrestos, cinchas y falsetas, con las crines acumuladas al peluquear sus cabalgaduras.

GANADERÍA: La ganadería araucana provino de los llanos venezolanos, traída por los reseros barinenses y guariqueños que se aposentaron con sus familias y peones, a este lado del río Arauca, donde la feracidad de las sabanas y la abundancia y pureza de sus aguas, hicieron prosperar los hatos; todo ello, aunado a la competencia y baquía de sus fundadores en las faenas del llano. Por eso nuestro llanero araucano, desarrolló costumbres eminentemente pastoriles, las que con ayuda del caballo, su insuperable y fiel compañero de brega, lo llevó a cimentar esa orgullosa cultura ecuestre que lo ha caracterizado:

Sobre los llanos la palma,
sobre la palma los cielos,
sobre mi caballo, yo,
y sobre yo: ¡mi sombrero!”.



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